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domingo, 30 de junio de 2013

EL FILÓSOFO DE GÜÉMEZ
¡VOY A PERDER EL AUTO!
Por Ramón Durón Ruiz
H
ay una frase que me cautiva: “Talento y talante… se conjugan con tiento y aguante”. Pues esta frase se aplica como anillo al dedo al talentoso Eduardo Antonio Romero Campa, que sabe bien que: “La disciplina es el puente entre las metas y los logros”
Hace varios años, acudiendo al llamado de su voz interior, junto a su amigo Arturo Chacón, solicitaron inscribirse para estudiar música en la prestigiada Scala de Milán.
Por correo fueron citados para inscribirse un lunes a las 9 de la mañana. A las 8:30 estaban en la ventanilla de la secretaria del Director Riccardo Muti –Prestigiado director de orquesta italiano, y director musical del teatro de ópera La Scala de Milán, desde 1986 hasta 2005.
Al mostrarle a la secretaria sus papeles para inscribirse, tajante y hasta groseramente les dijo que las inscripciones estaban cerradas desde la semana anterior.
— ¡Pero! –Expresaron los jóvenes mexicanos–, aquí dice que nos inscribamos hoy.
— ¡Les dije que las inscripciones están cerradas! –Espetó la secretaria– cerrándoles la ventanilla.
Llenos de tristeza salieron del edificio, sin saber porque se dirigieron al Mall de enfrente, entraron a la Casa Ricordi, editorial de música clásica fundada en 1808 que es el mayor editor de música de Italia.
Ahí Eduardo Antonio Romero Campa vio un piano, sin mediar permiso, hábilmente dejó correr sus dedos por el teclado y principió a cantar el himno oficial de la hermosa ciudad de La Alhambra: GRANADA, del cantautor veracruzano Agustín Lara.
Ante tan insólito hecho, al instante fue rodeado por decenas de personas, especialmente un viejecito, que cautivado por la calidad y calidez de su voz, no dejaba de ensimismarse con él.
Absorto en la música y por el dolor de no poder inscribirse, una canción tras otra fue atrayendo una multitud, sin que él se diera cuenta; al término de una canción, fue interrumpido amablemente por el viejecito:
— ¿Conoces al afamado tenor dramático Mario de Mónaco? –Le preguntó– nosotros lo recordamos interpretando genialmente Otello de Giuseppe Verdi, se ha dicho que interpretó al personaje más de 400 ocasiones. Mario cometió un pecado capital cuando murió… ¡Nos privó de su voz! Y sabes una cosa tú tienes una voz muy parecida a él… ¿a qué te dedicas?
Sin saber ¿por qué? le hizo partícipe del dolor de él y de su compañero, cuyo sueño era estudiar opera, pero sin explicación alguna, a pesar de estar citados, la secretaria no había querido inscribirlos en La Scala de Milán.
El viejecito lo abrazó cariñosamente, abriendo su cartera y sacando una tarjeta personal le dijo:
— Van ahorita con ella y díganle de mi parte, que por favor los pase con el Director de La Scala, Riccardo Muti.
Resulta que quien mostraba una profunda admiración por Eduardo Antonio, era nada menos que el Presidente de la Fundación de La Scala de Milán.
Al llegar, la secretaria los recibió despectivamente: — ¿No entendieron que las inscripciones están cerradas?
— Es que traemos esta tarjeta para el Director, –Dijo con modestia, Eduardo Antonio.
De mala gana la secretaria la tomó con su diestra, al verla inmediatamente su actitud grosera, cambio a un tono amable, en el que les solicitó esperar un momento. A los pocos minutos, estaban con el Director Ricardo Muti, quien los inscribió inmediatamente.
Esta historia que me cautiva reafirma la tesis: EN LA VIDA, NO HAY CASUALIDADES, no hay suerte, no hay azar, “Porque DIOS no juega a los dados”, todo es un designio superior que hace que en el tiempo de Dios, que es perfecto, las cosas sucedan para tu bien.
Algunos le llaman Diocidencias, otros Sincronía con el Universo, es una manera de que fluyas espiritual y físicamente con naturalidad con el cosmos, haciendo de una aventura… ¡un viaje maravilloso que te sorprenda con la magia de los resultados!, porque en éste mundo, todo, absolutamente todo, está hecho para tu felicidad y tu grandeza. Para fluir con el universo sólo se requiere quitarle el almidón a tu vida.
Para el viejo Filósofo, la vida es equilibrio, armonía y simetría. A propósito de simetría, un pelao’ está platicando con un amigo.
— Las ventas andan muy mal, que si no vendo más autos este mes… ¡voy a perder hasta las pompis!
Se da cuenta de que al lado de ellos está una hermosa rubia, a quién le dice: — ¡Disculpe la expresión, señorita!
— No se preocupe, –comenta la joven–, yo estoy en un problema simétrico.

— ¿Cómo simétrico?  — Sí, si éste mes no vendo más las pompis… ¡voy a perder el auto!

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