EL FILÓSOFO DE GÜÉMEZ
NELSON MANDELA
Por Ramón Durón Ruiz
N
|
elson Rolihlahla
Mandela, un hombre que nació para dejar su semblante pintado en la historia,
está a la altura de los grandes hombres que han construido con su talento,
ingenio, patriotismo y pasión, la historia.
A Nelson
Mandela, los sabios ancianos de su clan Madiba de la etnia xhosa,
recipiendarios de una rica tradición oral trasmitida de generación en
generación, boca-oído le han llamado respetuosa, honorífica y amorosamente como
Madiba.
Este sabio de
vida que hoy, con sus nueve décadas de rica existencia a cuestas, se encuentra
muy grave dijo: “La muerte es algo inevitable. Cuando un hombre ha hecho lo que
él considera como su deber para con su pueblo y su país, puede descansar en
paz. Creo que he hecho ese esfuerzo y que, por lo tanto, dormiré por toda la
eternidad”
Por siempre Sudáfrica
y con ella el mundo, estará eternamente agradecido con Nelson Mandela, por su
nítida sabiduría, porque supo honrar su espacio vital siendo un hombre a la
altura de las circunstancias y de su tiempo.
Mandela fue
detenido en la década de los sesenta, condenado a cadena perpetua por
“sabotaje” y preso durante más de 27 años en Robben Island; tras una liberación que causo júbilo popular en
febrero de 1990, pasó de ser un infamante y calumniado preso político, a
convertirse en un patrimonio para la anquilosada cultura política de África y
del mundo.
En 1942 se
recibió como abogado; político de profesión, pacifista por vocación, es un
personaje que rebasa los entretelones del tiempo en África, que hoy se
convierte en un personaje universal, en el líder de una generación que luchó palmo
a palmo, por la vía pacífica contra la barbarie que genera la segregación
racial, que tanto daño causó a la economía y a la vida moral, política y social
de su pueblo.
Sudáfrica creyó
en su proyecto de nación, voto abrumadoramente por él, convirtiéndolo en la
década final del siglo pasado (1994-1999) en el primer presidente electo por
una amplia voluntad popular.
Desde el Congreso
Nacional Africano pugnó por una Sudáfrica reconciliada, en torno a un proyecto
común de nación, con una democracia vigorizada por una excepcional
participación ciudadana. Merecidamente recibió más de 200 reconocimientos,
destacando el Premio Nobel de la Paz en 1993.
Hoy, su pueblo
entero –negros y blancos– a más de 21 días de permanecer gravemente
hospitalizado, sabe que difícilmente cumplirá sus próximos 95 años, lanza masivamente
globos blancos al cielo, como símbolo del reencuentro de un hombre grande con
el Padre.
Nelson Mandela, se
ha convertido para Sudáfrica y para el mundo entero, en un ícono del perdón
político a sus acusadores, –afirma: “Si quieres hacer las paces con tu
enemigo, tienes que trabajar con él. Entonces él se vuelve tu compañero”– del acuerdo
pacífico, del generoso consenso y la indispensable reconciliación nacional.
Madiba, “Que sueña con
un África en paz consigo misma” es un entusiasta oyente de la música clásica,
será porque su ingrediente básico es el amor, amor que ha tenido en su rico y
sabio caminar para crecer, dejar huella y trascender.
Mandela es un
ejemplo de que “Mientras más grande es la adversidad… mayor es la victoria” sabiamente
afirma “Después de escalar una gran colina, uno se encuentra sólo con que hay
muchas más colinas que escalar”. Pronto llegará su tiempo de escalar otra
colina, de encontrar su luz, de evolucionar espiritualmente, Mandela bien puede
partir en paz… ¡Que ha cumplido con honor su tarea!
El viejo Filósofo
quiere hacer su tarea, concluir este artículo con humor, resulta que platican
unos niños
— A mi padre
todos le respetan… ¡es futbolista!
— Pues al mío le
tienen miedo… ¡es un luchador! –repuso el otro niño.
— Al mío lo admiran,
es alto, fuerte y millonario… ¡es boxeador!
— El mío es
chaparrito y zambo pero causa mucho desasosiego… ¡Es auditor de Hacienda!
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